Migracion

23.6 x 15.7 in
watercolor on paper
2024

Chicharrita de la espuma

13.8 x 9.8 in
Watercolor on paper
2023

Lluvia Emo
13.8 x 9.8 in
Watercolor on paper
2023

Brainstorm

11.8 x 7.9 in
Watercolor on paper
2023

This song goes like this

72.8 x 49.2 in
Watercolor on paper
2021

Goodyear

25.2 x 16.9 in
Watercolor on paper
2021

Alien Crew

 26.0 x 17.3 in
Watercolor on paper
2017

The Narcissist
 
26.0 x 17.3 in
Watercolor on paper
2018

Gut Feeling

27.6 x 19.7 in
Watercolor on paper
2015

The Island

26.0 x 17.3 in
Watercolor on paper
2014
Lo que brota en las grietas

Las acuarelas de Fernando Sucari no ilustran el mundo: lo piensan. Lo piensan como quien lo escucha descomponerse, lo observa mutar, lo sueña desde sus ruinas. Cada imagen es una membrana por donde lo vivo, lo residual y lo imaginado filtran su humedad persistente. Allí donde el orden se derrumba, algo insiste en crecer: ramas, insectos, ladrillos húmedos, pensamientos abiertos en canal.

Sucari no separa lo que la modernidad quiso dividir: naturaleza y cultura, cuerpo y paisaje, mente y barro, memoria y basura. En su obra, todo coexiste en una vibración común: mariposas guardianas de ruinas, cerebros que llueven, sapos que meditan entre escombros, burbujas que flotan sobre cementerios de símbolos. Hay algo profundamente ético en ese gesto: no jerarquizar. Dejar que todo tenga voz. Que el pensamiento florezca incluso en el pantano.

Su trazo, minucioso y delirante, mezcla la botánica con la anatomía, el cómic con la arqueología, el sueño con la catástrofe. En sus acuarelas más recientes, la mente se vuelve paisaje: cabezas abiertas al cielo, tormentas cerebrales, lluvias de signos. El pensamiento ya no es invisible: se encarna. Se vuelve escena. Se vuelve cuerpo expandido.

Sucari compone una estética de la interdependencia. No desde lo doctrinario, sino desde la atención radical. Como si cada hoja, cada animal, cada gota, cada hueso, cada palabra en ruinas mereciera ser cuidada. Como si pintar fuera un acto de rearmar el mundo después de su naufragio. No para restaurarlo, sino para imaginarlo de nuevo, desde sus escombros, desde sus desechos, desde sus posibilidades.

Syd Krochmalny